Maya News Updates 2011, No. 18: Chichen Itza, Yucatan - Mortuary Offering Found in cenote Close To The Castillo PyramidOn May 24, 2011, the
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reported the discovery of a mortuary offering in a cenote close to the well-known Castillo or Kukulcan pyramid. The offering was probably made in the 9th or 10th century A.D. and includes the skeletal remains of six individuals and a variety of shell, animal bone and ceramic objects as well as a large quantity of carbon. The discovery was made by a team of specialists in underwater archaeology from the
Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), supervized by the INAH (edited by MNU; photo: INAH/UADY):
Hallan ofrenda mortuoria en cenote de Chichén Itzá - Arqueólogos subacuáticos descubrieron dentro de un cenote cercano a la pirámide El Castillo, en Chichén Itzá, Yucatán, una ofrenda mortuoria depositada en la época prehispánica dentro de un nicho natural sumergido en las paredes de la roca, durante un ritual de petición de lluvia que debió celebrarse en los siglos IX y X, cuando los antiguos mayas padecieron dos periodos de sequía en la región.
La ofrenda localizada en el nicho se compone de huesos humanos de al menos seis individuos —probablemente sacrificados durante un par de intensos periodos de estiaje, hace aproximadamente 1,200 y 900 años—, así como vasijas de cerámica, cuentas de jade y de concha, cuchillos de pedernal, bifaciales, artefactos redondos fabricados en concha (probables anteojeras identificadas con atributos de Tláloc, deidad de la lluvia), huesos de animales y gran cantidad de carbón que probablemente fue utilizado en el ritual.
El hallazgo se registró en el cenote al descender 21 metros hasta llegar al nivel del agua, y luego sumergirse 5 metros, donde se localizó una plataforma natural sobre la pared que conduce a una cueva inundada, a la cual se accede buceando 25 metros en forma horizontal, y en la que se encontraron dichos materiales, que por la posición que guardan se ha determinado que fueron colocados de forma cuidadosa y selectiva.
Además de la ofrenda mortuoria, en el fondo del cenote, a 50 metros de profundidad, se descubrieron los restos óseos de alrededor de 20 individuos y más de un centenar de elementos de huesos de animales, cerámica y esculturas, entre las que destaca un portaestandarte con características similares a un jaguar, así como una figura con anteojeras, semejante a los rostros que aparecen en las vasijas tipo Tláloc registradas en la cueva de Balankanche, Yucatán; las características del hallazgo lo hacen un símil del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, el más importante de la región.
El descubrimiento se registró durante trabajos de investigación en cuevas y cenotes de Yucatán, derivado del proyecto
El Culto al Cenote desarrollado por la
Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), bajo supervisión del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).
Al respecto, el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda, quien durante los últimos cuatro años ha llevado a cabo esta labor de investigación, informó que el descubrimiento de este tipo de ofrendas apunta a una práctica ceremonial recientemente identificada y en proceso de estudio, que se ha registrado en cinco cenotes de la península de Yucatán.
“La práctica consistió en colocar ofrendas mortuorias en los nichos naturales sumergidos de las paredes de los cenotes, en las que destacan restos humanos, que podrían haber formado parte de un ritual funerario; otra hipótesis indica que los individuos depositados de esa manera pudieron haber sido sacrificados”.
De Anda destacó que cualquiera que haya sido la razón del ritual, es claro que las personas no eran arrojadas desde la superficie, sino colocadas en las paredes del cenote. “Las hipótesis indican que las oblaciones pudieron estar dedicadas a las deidades de la lluvia, para pedir agua, en tanto que la antigüedad de las ofrendas —que tentativamente corresponderían al Clásico Tardío (600-900 d.C.) y Posclásico (900-1521)—, coincide con la época en que fuentes documentales refieren a dos intensos periodos de sequía en la zona padecidos en los siglos IX y X. Esas sequías, indicó el arqueólogo, documentadas en estudios paleoclimáticos, han sido atribuidas como probables causantes del llamado Colapso Maya.
De los nichos naturales localizados el arqueólogo subacuático advierte que el encontrado en Chichén Itzá, a través de un trabajo de colaboración con el arqueólogo Rafael Cobos, titular del Proyecto Arqueológico “Chichén Itzá. Estudio de la comunidad Clásico Terminal”, es el ejemplo más claro y completo de esta práctica ceremonial.
Sobre la ofrenda mortuoria hallada en el nicho, De Anda explicó que de acuerdo con las hipótesis de cómo fueron colocados los materiales encontrados, se cree que por la sequía el nivel del agua del cenote pudo haber descendido entre 3 y 5 metros respecto del que tiene hoy, lo que habría facilitado a los mayas llegar hasta la cavidad y depositar la oblación.
El investigador de la UADY destacó que este cenote —localizado a 2,300 metros de la pirámide El Castillo o de Kukulkán—, nunca había sido explorado y por lo tanto su contexto está inalterado. “A través de análisis de ubicación espacial del material, y una estricta metodología cartográfica y de registro, se ha logrado la descripción de la ubicación precisa de cada elemento en un plano, con lo que se determina que se trata de un sitio ritual semejante al Cenote Sagrado de Chichén Itzá”.
Cuando se realizaron las investigaciones en el Cenote Sagrado entre los años 1882 y 1968, concluyó De Anda, los pocos adelantos en la metodología y técnica de investigación propiciaron que se perdiera mucha información, por lo que el estudio de este nuevo cenote podría ayudar a contestar muchas incógnitas que quedaron sin respuestas respecto al primero, que probablemente es el más importante de toda el área maya. (Source
INAH)
The INAH website provides a series of 11 photographs of the mortuary offering, which can be accessed
here.