Friday, October 20, 2006

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Maya News Updates 2006, No. 50: New Archaeological Discoveries on the Salt Routes Between Chichen Itza and the Coastal Region

Yesterday, October 19, 2006, the Diario de Yucatan reported on some of the latest discoveries made between the site of Chichen Itza and the northern coastal region towards Kuluba and Isla Cerritos (edited by Maya News Updates):

Vestigios hacia la costa: Chichén Itzá sería el inicio de las rutas: ir por sal, el objetivo
TIZIMÍN.— Es un hecho que en el oriente del Estado hay numerosos vestigios mayas que no han sido investigados por personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y en muchos casos terminan por ser saqueados al no haber ningún programa de rescate a corto o mediano plazo. De acuerdo con datos recabados, además de los grandes edificios, como el de Kulubá y la Isla Cerro, en San Felipe, hay varios más que fueron descubiertos de manera fortuita, durante el trazo de nuevas carreteras. Durante estas labores varios vestigios fueron destruidos y saqueados impunemente ante la falta de vigilancia y cuidado.

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Los escasos trabajos realizados en la región por diversos grupos de arqueólogos e investigadores del INAH han permitido determinar que había rutas que comenzaban en Chichén Itzá, la principal ciudad maya, y que se dirigían hacia la costa. Una de las hipótesis radica en que una de esas rutas iba de manera directa al puerto de Las Coloradas en busca de sal y había pequeños asentamientos o sitios de descanso, que son los vestigios que se encuentran en diferentes zonas de la región. Esta ruta está definida pasando por Ek Balam para enfilar ya sea a Kulubá, al oriente de municipio de Tizimín, o seguir hacia otro punto ubicado en el kilómetro 40 de la carretera Tizimín-Colonia Yucatán, donde hay dos enormes montículos prehispánicos aún sin explorar, y continuar hasta El Cuyo, donde hay charcas salineras.
Otra ruta hacia Las Coloradas sería pasando por Espita, donde en un terreno propiedad del señor Eleuterio Uitzil May fueron encontrados —al hacerse la construcción de la carretera Espita-Cenotillo— varios cerritos. Al ser explorados, en uno de ellos, el más cercano a la vía, se encontraron dos cistas o entierros mayas, uno de adulto y otro infantil. De ahí se sacaron varias vasijas y platones de barro, así como juguetes en forma de rana y muñecos de jade o jadeíta. Supuestamente esta ruta continuaría hacia Panabá cerca de la comisaría de Loche, donde en un rancho hay un enorme cerro que fue saqueado, pues contenía vestigios mayas. Ya muy cerca de la costa también se han encontrado asentamientos prehispánicos en la zona conocida como Emal, en el municipio de Tizimín, que es precisamente donde se ubican las charcas salineras más grandes. Otra de las versiones señalan que había también otra ruta a la costa, pero dedicada al comercio o intercambio de objetos con otras civilizaciones que ya utilizaban el mar como medio de transporte.
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Esta hipótesis se consolida con la existencia de unos seis cerros con vestigios mayas en Isla Cerro, donde hace muchos años se hicieron excavaciones, con la presencia, incluso, de arqueólogos extranjeros. En esas excavaciones se encontraron diversos objetos de la cultura maya y de otros pueblos, elaborados con materiales como la obsidiana, que proviene de Suramérica. El municipio de Panabá es otro de los sitios no explorados, con dirección a Isla Cerro, donde los propietarios de ranchos aseguran que había diversos cerros con claros vestigios mayas.
Además de Ekbalam, el único vestigio que ha tenido cierta recuperación es Kulubá, en el municipio de Tizimín, donde se observan tres edificios grandes, ya reconstruidos casi en su totalidad, y que todo parecer indicar que se trataban de templos por su amplitud y numerosas puertas. Además se han ubicado en esa zona unos 25 montículos prehispánicos más, lo cual hace suponer que eran casas de los habitantes de esa zona.— Javier Briceño

Sunday, October 15, 2006

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Maya News Updates 2006, No. 49: The Giant Altar at the Templo Mayor Possibly Portrays Tlaltecuhtli, the Azteca-Mexica Earth Lord
This update directs the attention to Central Mexico. On October 14, 2006, the Instituto Nacional de Antropologia e Historia released the following news report on the recent archaeological discoveries at the Templo Mayor in Mexico City (edited by Maya News Updates):
PRECISAN DIMENSIONES DEL MONOLITO DESCUBIERTO EN EL PREDIO DE LAS AJARACAS
El monolito descubierto el pasado 2 de octubre en el predio de las Ajaracas, frente al Museo del Templo Mayor, comienza a revelar sus secretos y aunque todavía no ha sido liberado por completo, la excavación realizada en sus costados ha permitido precisar que mide en promedio 4 por 3.5 metros; y por el tipo de piedra (andesita lomprobolita), ésta proviene de la región de Tenayuca, Estado de México.
En conferencia de prensa, Luciano Cedillo Álvarez, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y Alejandro Encinas Rodríguez, jefe de Gobierno del Distrito Federal, expresaron de manera compartida su compromiso y apoyo en la preservación de este patrimonio, el cual es prioridad para ambas instancias, por lo que estarán en constante diálogo sobre la mejor forma de protegerlo.
Álvaro Barrera Rivera, supervisor del Programa de Arqueología Urbana (PAU) del Proyecto Templo Mayor, dio a conocer que los tres lados visibles de la pieza (oriente, sur y norte) confirman que está tallada en su totalidad. En ese sentido, el relieve posee 15 centímetros en promedio, y el grosor de la escultura monumental oscila en los 35 centímetros. Asimismo, considerando las dimensiones de la obra, su peso aproximado es de 12 mil 350 kilos.
Precisó que el tipo de piedra proviene de la Formación del Chiquihuite, hacia los cerros Tenayo o Botano, ambos en Tenayuca. Y en caso de haberse utilizado la técnica de soga y palanca, se estima que se requirieron entre 150 y 400 personas para su traslado. “Otro dato importante que hemos logrado determinar es que se hizo alguna excavación en la época prehispánica, precisamente a finales de la Etapa VII (1502-1521) en la que se encuentra la escultura, de ahí que ésta se colocó a manera de tapa del socavón.
“Lo más probable es que se depositó algo y ya sobre la pieza se colocó el piso; es decir que antes del contacto con los españoles, ni los mismos mexicas veían la escultura debido a que nunca estuvo expuesta. Después de la Conquista tampoco se logró ver, por eso llegó hasta nuestros días”.
Por su parte, el doctor Eduardo Matos Moctezuma, coordinador del PAU, comentó que al platicar con el también arqueólogo Leonardo López Luján sobre la posible representación del relieve, “se apuntaba a que podría ser una imagen de Tlaltecuhtli, Señor de la Tierra en el panteón mexica”.
Lo anterior se planteó conforme los pocos datos que se tienen —lo visible de las formas en los bordes de la talla—, y con base en lo que refieren fuentes históricas y el conocimiento que da la propia experiencia. No obstante, precisó, es aventurado afirmar que se trate realmente de Tlaltecuhtli, pues todavía faltan por retirar alrededor de 13.50 metros cúbicos de tierra del área superior del monolito.
“Desde 1978, cuando iniciamos el Proyecto del Templo Mayor como parte del INAH, las sorpresas no acaban. Día a día, como se ha ido constatando en casi 30 años, surgen nuevos elementos, nuevas evidencias que enriquecen el conocimiento de México-Tenochtitlan y de su edificio principal que era el Templo Mayor. “Aquí, con este hallazgo, y gracias también al apoyo de las autoridades del Gobierno del Distrito Federal hemos podido avanzar un poco más. A su vez, está el pequeño altar que ya había sido dado a conocer hace un par de semanas y que se ubica a un lado, el cual también muestra evidencias muy interesantes”.
Matos Moctezuma informó que continuarán las labores para retirar el piso prehispánico adherido a la piedra, y en colaboración con restauradores del Instituto se estudiarán y conservarán los restos de pigmento que poseen tanto el monolito como el altar. En el caso del primero, es posible apreciar tonos rojos y ocres, producto de óxidos de hierro. Al respecto, Luciano Cedillo agregó que “el trabajo de excavación es bastante delicado, requiere tiempo y no podemos apresurarnos en esta tarea, además hay que terminar de quitar la plancha de concreto que se halla por encima de la escultura monumental.
“Hay un proceso de apuntalamiento en la planta baja de esta lápida que está fracturada en cuatro partes, de ahí que debemos extremar precauciones; aunque hasta ahora se le ha quitado un peso considerable a la pieza, cerca de 13.50 metros cúbicos de tierra, cantidad similar a la que todavía falta por retirar”.
Los trabajos de rescate del monolito, a cargo del PAU, se llevan a cabo por los arqueólogos Alicia Islas Domínguez, Gabino López Arenas, Alberto Diez Barroso y Ulises Lina Hernández, e incluyen a un equipo interdisciplinario conformado por biólogos, geólogos, restauradores, topógrafos, dibujantes, antropólogos físicos y, por supuesto, arqueólogos. También se cuenta con la colaboración de los doctores Alfredo López Austin y Leonardo López Luján.