Maya News Updates 2010, No. 23: Three Museums on Classic Maya Art in the Petén, Guatemala
The Lithic Museum (Museo de Lítica) and the Museum Sylvanus G. Morley (Museo Sylvanus G. Morley) in Tikal and the Museum of the Southeast Region of the Peten (Museo Regional del Sureste de Petén) in Dolores are small but impressive museums located in the Petén region of Guatemala. Today's, Sunday, May 30, 2010, edition of Prensa Libre's Revista D presents a short review of these three museums, which all contain important collections (edited by MNU; photos: Revista D/Hugo Navarro):
Muestrario del Imperio Maya - Son pequeñas edificaciones que se recorren fácilmente y en corto tiempo; sin embargo, a cada paso se encuentran objetos que muestran la grandeza de la civilización maya, recuperados en excavaciones efectuadas en las antiguas ciudades erigidas en Petén.
Los museos de Lítica, Sylvanus Morley —ubicados en el Parque Nacional Tikal— y el Regional del Sureste de Petén —en Dolores— muestran escultura, alfarería y lítica con la que se aprende un poco del gran misterio que aún guarda la cultura de nuestros antepasados. Estos cofres de tesoros son poco conocidos, pero aquí trataremos de dar una guía de lo que contienen, aunque es mejor observarlos directamente.
Empecemos con el Sylvanus Morley. Una sala organizada en forma cronológica —períodos Preclásico (2000 a. C-200 d. C.), Clásico (250 al 900 de nuestra era) y Clásico Tardío (900-1550 de nuestra era)—. Las muestras en cerámica van desde aquellas monocromas, con superficie lustrosa, hasta las policromas y de mayor diversidad en diseños, con técnicas aún desconocidas de cómo las hicieron, se puede mencionar las trabajadas con cera, para dar detalles que parecen negativos, o las que tienen aplicación de estuco con pintura y una pequeña capa de arena. Hay piezas que son únicas por sus características; por ejemplo, la que representa a los gobernantes. “Una de estas, en el mercado, alcanzaría un valor enorme, por la calidad. Estos son solo algunos objetos preciosos de Tikal”, dice Érick Manuel Ponciano, arqueólogo asesor del Parque Tikal.
Trabajos en conchas, que proceden del Caribe, demuestran que había un intercambio comercial con otras regiones; esto también lo muestran los hallazgos de artículos de obsidiana, que procedían del altiplano guatemalteco. Pequeñas máscaras a escala, de jade, se cree que eran portadas por gobernantes para exhibir poder y estatus. “No se sabe cómo las tallaron, pues aún con la tecnología moderna sería difícil”, explica el arqueólogo.
Piezas de pedernal —extraídas del núcleo de la piedra caliza— no pueden faltar en la exposición, al ser un material muy característico de esta región, utilizado por los pobladores como instrumento para cortar la piedra y elaborar las estelas. Resaltan figuras excéntricas o estilizadas como una luna o una serpiente. Encontradas en contextos de escondites, con dedicación para diferentes eventos, incluso las podían ofrecer a la construcción de un edificio.
Entre estos tesoros hay algunos muy peculiares, los grabados en huesos —podían ser humanos o de animal—. En sus pequeñas dimensiones cuentan historias como el descenso al inframundo. Además, son un ejemplo de la destreza que tenían los mayas, quienes fueron excelentes arquitectos y dibujantes.
Todos los objetos proceden de contextos sellados; es decir, depósitos funerarios, escondites u ofrendas. “Es muy raro encontrarlos en la superficie, después de mil años de abandono sería imposible, y siempre están fragmentados”, dice Ponciano. Explica que, además, tres aspectos son importantes cuando se encuentra un objeto: el tiempo, el lugar y el contexto. Por eso, al ser depredado y llevado a un coleccionista pierde el contexto, toda esa información importante.
Entre las pequeñas piezas hay una que sobresale por su mayor tamaño, una estela, considerada relevante porque marca el inicio del período clásico. Tikal empezó siendo una pequeña aldea que creció. Narra el registro histórico de eventos reales que pasaron en la ciudad, y da una secuencia de la dinastía. Encontrada como un bloque más en la superficie, pero un trabajador, aunque no le notó nada importante al principio, la limpió, añade Ponciano. Lo sorprendente fue encontrar la fecha calendario, que revela ser la más antigua de todas las tierras bajas mayas en Tikal.
En las paredes están colgadas fotografías que enseñan el estado de la ciudad de Tikal durante las diferentes etapas de las investigaciones. Un cuadro muestra lo que pudo ser el templo VII, el cual se ubicaba frente a la acrópolis norte. Al edificio se le conoció como 5D33, pero fue derribado durante los trabajos que efectuó la Universidad de Pensylvania, la cual hizo varios descubrimientos en el lugar, pero demolió esa parte del edificio para dejar expuestas las subestructuras con versiones más antiguas que estaban en mejor estado, las cuales se conservaron por estar cubiertas por las otras capas. Se cree que Tikal fue ocupada por más de mil 500 años, y en las diferentes épocas los habitantes hicieron modificaciones a los monumentos, por eso los revestimientos a las edificaciones.
“Ahora se consideraría reprochable, pues pudieron dejar el edificio completo y exponer las estructuras interiores por medio de túneles; si estuviera ese edificio, el paisaje arquitectónico sería diferente”, refiere el investigador.
Otra muestra de valor es el entierro del gobernante Ha Sawa Chaan-K’awil, que se observa tal como fue colocado por sus súbditos, rodeado de muchas piezas de jade, concha y vasijas. Su tumba es uno de los lugares sagrados más relevantes de Tikal.
Las piedras que hablan - Ahora pasemos al Museo de Lítica, en una sola sala hay una bella exposición de estelas, todas de pequeñas dimensiones.
Esos monumentos, por lo general, estuvieron en lugares públicos, al frente de los templos y en las plazas, el número era de uno a tres, aunque algunos se encontraron adentro de edificaciones; la razón se desconoce, indica el arqueólogo Ponciano.
Por mucho tiempo se creyó que la escritura maya era algo esotérico o mitológico asociado a acontecimientos del calendario, restringida a las clases altas de la sociedad, pero a través de las investigaciones se descubrió que era parte de la información que se daba a la población. Lo escrito en estas estelas era una propaganda política e ideológica del gobernante hacia el pueblo; indicaban el poder que este tenía, sus logros, su ascensión al trono, sus triunfos y cuando moría. También conmemoraban eventos astronómicos, las estelas destinadas a esto se erigían cada 20 años. “Son como libros que relatan hechos históricos reales, que están amarrados en el tiempo”, agrega Ponciano.
El arqueólogo explica que muchas de las estelas que se exponen en este museo combinan textos y figuras iconográficas, unos estaban en una cara de la piedra y los otros en la otra. Lo que permitía que fueran comprendidas por cualquier poblador.
En la visita se lee: número 1, 30 ó 40; esta numeración se refiere al orden en que se encontraron y documentaron. Estas piezas, que son 40, incluyen estelas, altares y una figura en bulto, no fueron dejadas en donde sus creadores las colocaron, porque estaban deteriorándose por los cambios de temperatura; la estela 30 es un ejemplo de esto, pues es una de las más dañadas, la erosión ha borrado la mayor parte de la información que contenía.
Una figura humana sin cabeza, con textos jeroglíficos en la espalda, se le conoce como el Hombre de Tikal. Está en buen estado de conservación.
Museo Regional del Suroeste de Petén - Ciento treinta y cinco piezas traídas de 24 sitios arqueológicos componen este museo que se localiza, como su nombre lo indica, en el suroeste de Petén. Han sido allí reunidas gracias al proyecto Atlas Arqueológico, que es parte de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural y se encarga de hacer el registro de los sitios arqueológicos, en especial aquellos que no eran considerados importantes. Solo en el municipio de Dolores existen más de 200 lugares, muchos se encuentran en propiedades privadas.
El recorrido de sus tres salas empieza con una vitrina introductoria al arte maya. Cuchillos de pedernal, puntas de lanza, se empleaban para actividades diarias, para la guerra y para sacrificios. El vaso de alabastro —hecho de piedra caliza en estado de cristalización—. Anillos, collares y orejeras de concha, y un bezote, el cual se colocaba en el labio, representaba belleza. En la cerámica hay platos con figuras de danzantes, incensarios de diferentes diseños y vasos ceremoniales.
Entre los tesoros están los llamados de lítica menor, por ser pequeñas piezas de piedra caliza, la mayoría son restos que han sido recuperados. Un ejemplo son los que provienen de Machaquilá, uno de los mayores sitios depredados. De las 20 estelas que habían solo fueron rescatados fragmentos de tres. Uno de estos es la pieza que se muestra de una estela que tenía una altura de dos metros y medio, la que fue cortada con sierra en su altura y su grosor. Se aprecia el elaborado y delicado trabajo con la forma de un jaguar.
Wálter Hoil Heredia, uno de los tres guías del museo, muestra con mucha complacencia el panel de Machaquilá, el más completo, ya que relata la historia de un personaje importante, un gobernante, que se asocia con un escorpión; además, identifica a la ciudad con un glifo emblema. Este era parte de tres estructuras que adornaban un trono.
Más proyectos - Quienes estudian la civilización maya saben que aún no se ha descubierto toda la riqueza de los pobladores precolombinos; por eso, estos tres museos de Petén no son suficientes para presentar tan valiosos tesoros nacionales. En el Parque Nacional Tikal se proyecta construir el Centro de Conservación del Patrimonio de Tikal, además de un gran museo. En Dolores también hay planes para erigir el Centro Cultural.
Aunque existen diversas dificultades como que la energía eléctrica se corta con frecuencia, y el Museo de Lítica no cuenta con ella, su personal recibe al visitante amablemente y trata de que se lleve el mayor conocimiento de lo que hicieron los misteriosos habitantes que estuvieron en esas tierras hace siglos. (Written by Julieta Sandoval) (Source Prensa Libre's Revista D)