Tuesday, January 15, 2013

Maya News Updates 2013, No. 3: Xtojil, Yucatan

At the site of Xtojil, located close to Libre Unión and some 20 km. west of Chichen Itza, archaeologists have found a dozen of burials. The burials were accompanied by various gifts, including some 30 ceramics. The burials date from the period of circa AD 600-800, just before the florescence of Chichen Itza. Today, Tuesday January 15, 2013, the Instituto Nacional de Antropologí e Historia posted an overview of the recent discoveries and the archaeological research at the site, under the direction of José Osorio León and Francisco Pérez Ruiz, of the Centro INAH Yucatán. As can be seen in the photographs, and noted in the overview, two of the ceramics bear hieroglyphic texts, a rarety in this part of Yucatan (both are shown in the image above; the INAH has posted 8 photographs, six of which are included above) (edited by MNU):
Hallan entierros prehispánicos a 20 km. de Chichén Itzá - A 20 kilómetros de la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, en Yucatán, en el sitio maya de Xtojil, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) recuperaron una decena de entierros, la mayoría de los cuales fueron colocados dentro de cistas hace más de mil años, probablemente entre 600 y 800 d.C., cuando la urbe prehispánica aún no se convertía en el centro rector del norte de la península. Estos vestigios, junto con otros que a lo largo de varias décadas se han hallado en la región, han permitido a los especialistas establecer que hace más de mil 200 años había una densidad poblacional importante, dispersa en asentamientos cercanos, en torno a cenotes, y después por diversas razones, se desarrolló Chichén Itzá como la capital que dominó el área.
Bajo la coordinación de los investigadores José Osorio León y Francisco Pérez Ruiz, del Centro INAH Yucatán, y la colaboración de los arqueólogos Mariza Carrillo y Cristian Hernández, estas excavaciones en Xtojil son parte de un salvamento arqueológico emprendido a partir de la ampliación de la carretera que conecta a las poblaciones yucatecas de Libre Unión y Yaxcabá. Previo a la supervisión de estas labores de infraestructura, se realizó una prospección arqueológica, a fin de detectar vestigios prehispánicos y evitar afectaciones al patrimonio arqueológico que pudiera hallarse en el trazo carretero. En dicho tramo, que comprende alrededor de 18 kilómetros, se detectaron 28 estructuras arqueológicas de distintas dimensiones -casi todas ellas colapsadas-, que van desde cimientos simples sobre nivelaciones naturales del terreno y basamentos habitacionales más elaborados, hasta estructuras piramidales de entre 6 y 12 m de altura.
Más de la mitad de las 28 estructuras se concentran en Xtojil, próximo a la comunidad de Libre Unión, sitio que está registrado y catalogado en el Atlas Arqueológico del Estado de Yucatán. El asentamiento prehispánico alcanzó un importante desarrollo gracias a las fuentes de agua cercanas como el cenote que le da nombre y una gran laguna llamada Sayausil. El arqueólogo José Osorio León informó que la denominada Estructura 22, donde se descubrieron los diez entierros, fue afectada parcialmente en los años 50, cuando se construyó la carretera, sin embargo aún se encontraron definidos sus muros norte y sur, de 16 y 13 m, respectivamente, así como el cimiento de una edificación de planta absidal, en su lado poniente de 9 m por 5 m. Detalló que de la decena de entierros -asociados directamente al mencionado cimiento absidal y su basamento-, siete corresponden a individuos depositados extendidos dentro de cistas (excavaciones realizadas bajo el piso estucado del basamento y recubiertas con piedras lajas), cuyas medidas son de 1.80 m de largo por 60 cm de ancho, en promedio.
Osorio León abundó que dos de los individuos inhumados fueron dispuestos directamente en posición sedente, dentro del relleno constructivo de la Estructura 22; y uno más se halló al interior de una vasija, por lo que corresponde a un entierro secundario. Como parte de los materiales ofrendados a los individuos que fueron colocados en las cistas, se registraron casi 30 piezas de cerámica: platos, cajetes, cuencos, ollas y vasos. En promedio, a cada entierro se le acompañó con tres de estos objetos; además se detectaron navajillas de obsidiana, cuentas de jade y pendientes de concha, indicadores de que existía comercio con otras regiones de Mesoamérica.
De las antiguas piezas de alfarería sobresalen un vaso y una olla pequeña que poseen inscripciones jeroglíficas, algo poco reportado en el área. Los estudios epigráficos de estos objetos serán fundamentales para comprender a mayor profundidad la historia de Xtojil y su relación con otros asentamientos de la región. El arqueólogo José Osorio puntualizó que una de las vasijas con jeroglíficos se encontró frágil debido a su mala cocción, de ahí que especialistas debieron consolidarla parcialmente, a la par de su levantamiento; posteriormente se le dará un tratamiento especial para su conservación, en el Laboratorio de Restauración del Centro INAH-Yucatán.
A excepción de los entierros sedentes -aún en proceso de estudio-, el resto de los esqueletos mostraron mala preservación y hasta el momento no se ha podido determinar el sexo de los individuos depositados en las cistas, no obstante, se ha observado que la mayoría corresponden a adultos y aparentemente no presentan algún tipo de deformación. El investigador del INAH subrayó que el contexto funerario de Xtojil no puede ser comparado con un cementerio, al menos en la acepción occidental del término, “sino que en sí, este basamento fue de carácter habitacional, el cual tuvo una ocupación muy prolongada, al menos del 600 al 800 d.C., de manera que la familia y sus descendientes fueron enterrándose en el mismo espacio.
“Este descubrimiento -continuó- resalta porque han sido pocos los contextos residenciales encontrados completos en esta parte del norte de la Península de Yucatán y que han podido ser excavados por especialistas”.
Asentamientos cercanos a Chichén Itzá: Los antiguos sitios como Xtojil, aunque estuvieron habitados en el auge de Chichén Itzá, entre 900 y 1200 d.C., fueron ocupados desde siglos antes, en el periodo Clásico Tardío (600-800 d.C.), ya que muestran algunas características, tanto cerámicas como arquitectónicas, de esa época. Por ejemplo, se observa arquitectura correspondiente al estilo Puuc: recubrimientos con piedras bien trabajadas en muros y cortadas ”tipo bota” para los techos abovedados, tamborcillos y columnas. El investigador José Osorio indicó que de los basamentos localizados a lo largo de lo que es la ampliación de la carretera Libre Unión-Yaxcabá, solo han sido intervenidos las secciones que dan hacia la autovía, de modo que algunos podrán ser observados por automovilistas y transeúntes, entre ellos la gente de las comunidades cercanas, quienes ahora se percatarán de la riqueza arqueológica de la zona.
“Las estructuras mejor conservadas quedarán intactas; las más afectadas se excavan y existe la propuesta de conservarlas al lado de la vía carretera, con la finalidad de que las poblaciones cercanas vean que esos montículos son en realidad vestigios arqueológicos, y crear conciencia de que no todos tienen la monumentalidad de la pirámide El Castillo, en Chichén Itzá”. El salvamento en Xtojil, que concluirá este mes, ha permitido tener un panorama más completo sobre las características de los asentamientos cercanos a Chichén Itzá, una línea de investigación que han seguido los arqueólogos José Osorio León y Francisco Pérez Ruiz en los últimos años. “Definimos que Chichén Itzá tuvo sus orígenes hacia 600-800 d.C., como nos lo indicaron los elementos arquitectónicos y cerámicos localizados hace unos años en las investigaciones realizadas en el Grupo de la Serie Inicial, un sector de dicha zona arqueológica. Hablamos de un lapso, el periodo Clásico Tardío, que no se conocía en Chichén Itzá”, concluyó José Osorio. (Source INAH)

Monday, January 14, 2013

Maya News Updates 2013, No. 2: Palenque


Discovered in 1994 by archaeologist Arnoldo González Cruz, the identity of the Red Queen (La Reina Roja) of Palenque (laid to rest in an elaborately furnished tomb within Temple XVIII) has been the subject of some recent debate. Who was this important woman and how does she relate to the ruling dynasty at Palenque? As the Instituto Nacional de Antropología e Historia informed today, Monday January 14, 2013, just before her remains were returned to Palenque last year, a colagen sample from one of her vertabrae was taken for DNA research. According to María de Lourdes Muñoz Moreno, of the Instituto Politécnico Nacional, it was possible to purify the sample and testing takes place at various laboratories. The bulletin provides further details on the possible identity of this important woman (for instance, was she the mother of K'inich Janaab Pakal, or his wife perhaps). Her tomb, just as the tomb of K'inich Janaab Pakal, based on the ceramics associated with her burial, dates from the seventh century AD (edited by MNU; additions MNU):
Realizan nuevos estudios a la Reina Roja de Palenque - Los restos óseos de la Reina Roja, enigmático personaje de Lakamha [lakamha'], “Lugar de las grandes aguas”, hoy conocido como Palenque, en Chiapas, son motivo de nuevos análisis científicos que contribuirán a fechar con mayor precisión el entierro de quien todavía se desconoce si fue la esposa del célebre dignatario Pakal II [K'inich Janaab Pakal] o una gobernante de esa antigua urbe maya.
Aunque no es la primera vez que los restos mortales de la Reina Roja se someten a diversos estudios, la reciente iniciativa de investigación, que cuenta con el aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), espera que los exámenes, entre ellos de ADN mitocondrial, arrojen información novedosa sobre el contexto funerario de esta figura de la historia maya, que se estima falleció hace más de 1,300 años.
Algunos de los impulsores de este proyecto son el investigador Arturo Romano, quien en 1994 realizó los primeros exámenes de antropología física del esqueleto; así como un equipo integrado por el arqueólogo Luis Eduardo Ramos Cruz, y las doctoras María de Lourdes Muñoz Moreno y Javiera Cervini, del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), respectivamente.
En entrevista, realizada en el Departamento de Genética y Biología Molecular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), del IPN, la doctora Lourdes Muñoz, coordinadora académica del área, informó que antes del retorno de los restos de la Reina Roja a Palenque, en junio de 2012, se extrajo una muestra de colágeno de una vértebra superior para estos nuevos estudios.
“Fue posible purificar ADN de los restos de la Reina Roja y los análisis se realizan en distintos laboratorios, porque debemos reproducir los resultados y evitar la contaminación del mismo; es necesario llevarlos a cabo en lugares donde no se efectúe simultáneamente secuenciación de ADN humano, de ahí las condiciones de aislamiento y esterilidad”, indicó.
Al respecto, Javiera Cervini, experta en geoquímica ambiental del Departamento de Procesos y Tecnología de la UAM, Campus Cuajimalpa, comentó que fue sorprendente el grado de preservación de las fibras de colágeno presentes en la vértebra y de las cuales se obtuvo ADN intacto.
“Lo primero a destacar de los estudios es precisamente la preservación de material biológico que difícilmente se encuentra en huesos que no han sido tratados, aquí cabe recordar que el cuerpo de la Reina Roja fue cubierto con sulfuro de mercurio, mejor conocido como cinabrio, de ahí la tonalidad roja que adquirió el esqueleto y del porqué se le nombró así (la Reina Roja).”
“Por al menos mil 300 años, este derivado del mercurio conformó estructuras estables que permitieron resguardar el material biológico, toda vez que evita el crecimiento de bacterias, logrando así proteger la información genética contenida en las células, lo cual se refleja por la presencia de las fibras de colágeno. En todo caso, el cinabrio únicamente permitió el crecimiento de algunos hongos producto de la humedad y las altas temperaturas dentro de la tumba”.
Javiera Cervini indicó que hasta ahora, en reportes especializados, no se tenía dato alguno de la relación del cinabrio con respecto a la conservación o protección de muestras antiguas. Además de la datación por carbono 14, otras técnicas que se utilizan en estos nuevos estudios son la espectroscopía Raman y la microscopía de alta resolución, tanto de barrido como de transmisión. Todas las pruebas físico-químicas (salvo las de fechamiento) se realizan en laboratorios del país, entre ellos, los del Instituto Mexicano del Petróleo.
María de Lourdes Muñoz y Javiera Cervini puntualizaron que estos análisis no se realizan con el propósito de escribir historia alguna alrededor de la Reina Roja, sino contribuir al avance científico del tema.
Las tumbas de la Reina Roja y de Pakal II son las más grandes y elaboradas, de las hasta ahora descubiertas en la antigua ciudad maya de Palenque, y ambas han sido fechadas arqueológicamente -por similitudes de la cerámica hallada las ofrendas de ambas-, entre 600 y 700 d.C.
A la espera de la aparición de los recientes estudios en revistas especializadas, caso de GeoMicrobiology Journal, la doctora Javiera Cervini señaló que los restos óseos de la Reina Roja se mantienen en buen estado de conservación, a pesar de las condiciones ambientales.
Por su parte, el arqueólogo Eduardo Ramos recuerda que con base en la epigrafía, la Reina Roja había sido vinculada a la señora Tz’ak-b’u Ajaw, esposa de Pakal; la señora Kinuuw Mat, consorte de otro dignatario: Batz Chan Mat; y a Men Nik, esposa de K’inich Ahkal Mo´Nahb’ III. Sin embargo, estas dos últimas estarían descartadas por su presencia, en el siglo VIII, en la línea dinástica palencana.
A partir de estudios de antropología física previos, coordinados por los doctores Arturo Romano, Vera Tiesler y Andrea Cucina; más otros de ADN, carbono 14 y de reconstrucción facial realizados a los restos mortales de este personaje -que descartaron a otra posible candidata: Muwaan Mat, madre de Pakal-, las hipótesis han inclinado la balanza a Tz’ak-b’u Ajaw, esposa de Pakal, madre de dos dignatarios de Palenque y abuela de su último gran gobernante maya.
Pese a que dichos exámenes arrojaron como un estimado que la Reina Roja debió morir aproximadamente a los 60 años, el antropólogo físico del INAH, Arturo Romano, ha referido, a modo particular, que es difícil que haya alcanzado tal rango de edad por la severa osteoporosis que padeció y que inclusive redujo su neurocráneo (cubierta ósea que cubre el encéfalo) a una delgada lámina.
Independientemente de lo que arrojen los nuevos análisis, todos los investigadores (arqueólogos, bioarqueólogos, químicos o antropólogos físicos) coinciden en que la biografía de la Reina Roja está inconclusa, y como apunta su descubridor, el arqueólogo Arnoldo González en el libro, La Reina Roja. Una tumba real: “Es probable que en un futuro cercano se generen nuevos datos arqueológicos que todavía permanecen escondidos en el subsuelo y permitan relacionar a la reina con algún integrante de su familia. Por ejemplo, en algún lugar de la parte central de la ciudad deberá encontrarse la tumba de Kan B’alam (uno de los hijos de Tz’ak-b’u Ajaw), que a la fecha ha eludido la investigación arqueológica y posiblemente haya escapado a los antiguos saqueadores de tumbas”.
(Source INAH)